Cada 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, un día para resaltar la desigualdad de género en el ámbito científico y para convocar iniciativas en las que el rol de la mujer en la ciencia sea visible y reconocido , creando así referencias para las niñas, con el fin de impulsar la igualdad real entre mujeres y hombres sobre el terreno. De los investigadores en el mundo, las mujeres representan menos del 30%, y solo el 7% de los jóvenes de 15 años dice querer dedicarse a profesiones técnicas en el futuro.
El trabajo de las mujeres científicas de Greenpeace es fundamental para las campañas, desde el cambio climático, la protección de los océanos, o estudios en relación al COVID y la biodiversidad.
La pandemia de COVID-19 ha hecho que veamos con más claridad que nunca la estrecha relación que existe entre la biodiversidad y nuestra salud. Utilizando la misma metáfora de la experta mundial en biodiversidad Sandra Myrna Díaz, la biodiversidad es como un tapiz que comienza a perder los hilos y nudos que la entretejen. Los nudos en el tapiz (las conexiones necesarias entre la variedad de especies y hábitats) se están rompiendo y aumentando la proximidad entre las personas y los virus, aumentando exponencialmente la probabilidad de transmisión de enfermedades de animales que actúan como vectores de virus a los humanos . Si la naturaleza continúa deteriorándose (rompiendo nudos en el tapiz), cada vez más ponemos en peligro nuestra propia salud.
La investigación es vital para que esta área pueda protegerse. Y el objetivo final que tiene Greenpeace no es solo proteger un pedazo de mar muy valioso, sino la aprobación de un Tratado Oceánico Global para proteger el 30% de la superficie del mar para 2030. Tenemos que lograrlo este año, porque ahora es más importante que nunca. Cuidar los océanos, cuidar la biodiversidad, es también una vacuna natural contra las pandemias. Este trabajo vital solo es posible con la participación y el empoderamiento plenos de mujeres y niñas.
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