Durante los últimos quince años, la Fundación Alberto Motta ha contribuido con el Proyecto Agua Salud, una iniciativa del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) enfocada en la regeneración de bosques, midiendo los comportamientos y efectos de diferentes especies de árboles, los usos de la tierra y su impacto en los flujos de agua, así como en la captura de carbono y la biodiversidad. Al mismo tiempo evalúa el retorno económico potencial de la inversión en protección ambiental.
La investigación busca entender cómo funcionan los ecosistemas y medir los servicios ambientales que prestan, para poder reproducirlos. Además, los expertos elaboran nuevos modelos para pronosticar cómo se comportarán el agua y la captura de carbono en estos nuevos bosques y ante las evidencias de cambio climático.
El científico Jefferson Hall del STRI, quien ha llevado el proyecto durante todos estos años, explica que un bosque secundario es aquel que resulta de procesos naturales cuando la tierra se restaura por sí sola después de haber sido utilizada para otros fines como la ganadería. Agrega que para poder restaurar los servicios ambientales de un bosque o tener una buena plantación de madera, incluso si tenemos ganado, se debe hacer una reforestación inteligente. La idea es poner la especie correcta en el lugar preciso, en el tiempo adecuado y por una razón acertada. Todo esto dependerá ́de las necesidades que se tengan para la reforestación.