Más allá del contexto personal, los embarazos no intencionales tienen raíces sociales y consecuencias globales. Por lo tanto, este no es un informe sobre bebés no deseados, ni de accidentes dichosos. No trata tampoco de la maternidad. Y aunque no es posible mantener este debate sin mencionar el aborto —dado que más del 60% de los embarazos no intencionales terminan en aborto—, tampoco es un informe sobre este procedimiento. De lo que sí trata este informe es de las circunstancias que existen antes de un embarazo no intencional, cuando la capacidad de decisión
de una persona o de una pareja se ve socavada gravemente, y de las muchas repercusiones que le siguen, que afectan a los individuos y a las sociedades a lo largo de varias generaciones.
Vemos, a través de la investigación original de los autores y en los nuevos datos de las organizaciones asociadas, que la vergüenza, el estigma, el miedo, la pobreza, la desigualdad de género y muchos otros factores merman la capacidad de decisión de las mujeres y las niñas, de buscar y obtener anticonceptivos, de negociar el uso del preservativo con la pareja, de alzar su voz y perseguir sus deseos y ambiciones.
Por encima de todo, este informe plantea preguntas provocadoras e inquietantes sobre la valoración que merecen al mundo las mujeres y las niñas más allá de sus capacidades reproductivas. Porque reconocer la plena valía de las mujeres y las niñas, y permitirles contribuir plenamente a sus sociedades, significa garantizar que tengan los recursos, la información y el poder necesarios para tomar por sí mismas esta decisión fundamental.